miércoles, 28 de mayo de 2025

VELÁZQUEZ 45 BY PILLOW (MADRID)

 

 
VELÁZQUEZ 45 BY PILLOW (***)
Velázquez 45
28001 Madrid 

Habitación: 705
Fecha de entrada: 16/12/2021
Tarifa: 75€

En el mismo corazón del barrio de Salamanca, en una espléndida ubicación en uno de esos clásicos edificios de ladrillo rojo, con balcones con marcos de molduras blancas labradas y barandillas de forja negra. Entre los bajos, ocupados por tiendas de moda, hay que buscar la discretísima puerta, apenas señalada por dos pequeñas macetas, que da acceso a un frío, feo y estrecho portal de paredes grises y luces gélidas. Allí, un panel a la derecha nos explica que las primeras plantas del edificio están ocupadas por distintas oficinas y que debemos subir hasta la planta siete en la que encontraremos la recepción. Junto a un puñado de escaleras (o una rampa anexa) hay una pequeña mesa en la que durante el día entendemos que estará el portero de la finca. 

Un viejo y pequeño ascensor de puertas automáticas nos lleva hasta la séptima planta. Al abrirse las puertas aparecemos en un enorme espacio de suelo de madera clara muy cuidada, recubierta en algunos trozos con clásicas alfombras. Balcones a la calle en la pared izquierda. Decorado como un agradable y coqueto salón: sofás de cuero y butacas en tonos pastel con mesas bajas, ligeras librerías llenas de libros, luces indirectas, lámparas, algunas plantas... Y allí delante, una coqueta mesa de trabajo, clásica, de patas labradas y tapa de piel, con un flexo de aire retro, un portátil y una impresora y una persona que nos atiende amable a nuestra llegada. 

Los trámites de registro son un poco lentos, hasta que al final nos entrega un papel con la tarjeta blanca que hará las veces de llave de la habitación. Nos indica el funcionamiento del wifi, que es rápido y estable en todo el espacio y el camino que debemos seguir hasta la habitación. Por detrás de la mesa de recepción recorremos un pasillo en el que a la derecha se encuentra la larga mesa en la que por la mañana se sirve el desayuno. En el lado izquierdo están las mesas, ya preparadas -porque es muy tarde- para disfrutarlo. Ese pasillo termina en otro más estrecho todavía, en el que la madera, algo antigua, cruje algo. Allí encontramos un antiguo ascensor, minúsculo, de puerta manual por fuera, y automática por dentro, que nos sube un piso hasta llegar al que se encuentra nuestra habitación. Saliendo del ascensor, un estrecho pasillo cubierto por una alfombra nos lleva hasta la moderna puerta de la habitación.

Tras ella, caemos directamente en el espacio del dormitorio. Paredes en beige en la parte de arriba y gris en la parte de abajo. Suelo de madera algo grisácea muy limpia y cuidada. La pared del cabecero está recubierta por un papel pintado en tonos pastel y formas geométricas. Junto a la puerta está la ranura que activa la luz de la habitación, y un par de interruptores. Justo debajo, un maletero de metal con lamas de tela. Y allí mismo, la cama. Vestida en blanco. Grandes para ser individual y algo justa para ser doble. Dispone de unas ruedas que quizá no tienen el freno activado, porque al meternos, se desplaza un poco de la pared. Dos almohadas, dos cojines grises y dos de color caldero. Colchón de buen calibre sobre un canapé recubierto por una tela grisácea. Sobre ella se presentan dos toallas de baño enrolladas. Empotrada sobre una madera labrada en color blanco que recorre toda la pared presenta a cada lado sendas mesillas redondas de patas metálicas finas y tapa de mármol. Sobre ellas enchufes disponibles e interruptores para pagar las luces de la habitación. Por encima del cabecero, anclados a la pared hay dos flexos de aire retro y metal negro que permiten el trabajo desde la cama. En una de las mesillas hay un aparato de teléfono, el mando de la televisión y el mando para el aparato individual de aire acondicionado, que ubicado encima de la puerta de entrada, funciona con cierta efectividad y escasa sonoridad. En la otra mesilla hay una botella de agua mineral grande de cortesía. 

A la izquierda de la puerta de entrada está el armario. Blanco, exento con dos puertas. En uno de los cuerpos, baldas con la caja fuerte y un minibar vacío y en el otro, un perchero largo con una decena de perchas antirrobo. 

En la pared del fondo hay una ventana baja, de madera blanca que da a un oscuro, estrecho y angostísimo patio interior, recubierta con un visillo y una gruesa cortina de color gris. A su lado hay un pequeño escritorio de madera de corte antiguo, muy natural, con patas metálicas negras. Sobre él una lámpara de mesa también de aire retro y una bandeja blanca sobre la que hay dos vasos, dos tazas, un hervidor de agua y varios servicios de café y té. Encima de la mesa hay un doble enchufe USB disponible y por encima una pantalla de televisión plana con un soporte dirigible para poder verla desde la cama. Por debajo de la mesa hay una butaca tapizada en color mostaza algo sucia. Al lado de la televisión, un aplique en la pared expande una potente luz fría. 

Detrás de la puerta de la habitación hay un espejo de cuerpo entero y a su lado un feo cuadro de luces. La sensación general es de modernidad pero también de espacio escaso y angosto. El descanso no resulta cómodo porque durante toda la noche se mantiene una extraña vibración en la habitación, y además, el ascensor que nos ha subido a nuestra planta, corre junto a una de nuestras paredes y cruje fuertemente cada vez que sube o baja (menos mal que al ser tarde, no lo hace demasiadas veces). 


Junto al armario está la blanca y moderna puerta del baño, muy iluminado con luz fría y blanca. Suelo porcelánico gris claro y porcelana casi negra en las paredes. Espacio amplio. Frente a la puerta un pequeño lavabo exento apoyado en unas finas patas metálicas negras. De ellas cuelgan dos toallas de lavabo, blancas de correcta calidad. En la encimera un bote blanco de jabón de manos. Por encima un espejo enmarcado en madera oscura con aire retro. Por debajo del lavabo, en una caja hay un secador de pelo de buena potencia y un par de rollos de papel higiénico de reserva. Además, en la pared, un enchufe y un espejo de aumento algo enclenque.   

En el lado izquierdo del baño, un inodoro de porcelana blanca con un precinto de plástico. A su lado una papelera de metal con pedal, y un portarrollos. A su lado, la generosa cabina de ducha, rematada con una regadera de teléfono y una puerta corredera de cristal. Dentro, un feo dispensador de gel en plástico blanco, que ofrece espuma de jabón. Presión, caudal y temperatura más que correctas. 

Por la mañana, en la recepción la salida resulta tan fría como rápida. 

Calidad/precio: 8
Servicio: 8
Ambiente: 8
Habitación: 7
Baño: 7.5
Estado de conservación: 8
Desayuno:
Valoración general: 8

martes, 13 de mayo de 2025

EUROSTARS ARAGUANEY (SANTIAGO DE COMPOSTELA - LA CORUÑA)

HOTEL EUROSTARS ARAGUANEY
Alfredo Brañas 5
15007 Santiago de Compostela (La Coruña) 

Hab: 131
Fecha de entrada: 06/06/2018
Tarifa:

En el centro comercial y de negocios de la ciudad compostelana, en una calle tranquila, casi peatonal, en medio de una manzana de viviendas, encontramos un edificio de seis alturas, en granito gris con grandes ventanas cuadradas de aluminio cobrizo, y un bonito chaflán. La entrada, con una decena de escaleras recubiertas por una alfombra roja y barandillas doradas, se encuentra bajo un pórtico de metal labrado con el nombre del hotel entre dos grandes lamparones simétricos. Conforme subimos las escaleras, a cada lado hay varios paneles con el nombre y el logo del hotel. Todo resulta demasiado rococó y algo recargado. 

Si esta es la sensación desde la calle, dentro todavía lo es más. Un lujo clásico excesivamente recargado y abigarrado. Brillantes suelos de mármol marrón y blanco; paredes recubiertas en maderas labradas; preciosas mesas con incrustaciones decorativas de colores; sofás de piel enormes que invitan más que a la tertulia al profundo descanso; lámparas de cristal colgando del techo; escaleras en forma semicircular con labradas rejas y pasamanos; paredes cubiertas con bellos murales, y una pared completa abierta a la calle a través de unos enormes ventanales recubiertos de cuidadas cortinas junto a las que hay lámparas de piel y algunas butacas.

En el poderoso mostrador de recepción, en madera y mármol azulado, con tres cuerpos separados por poderosas columnas blancas, y situado frente a una pequeña tienda acristalada que vende recuerdos, ropas, libros y algún producto de conveniencia, nos atiende rápida y eficazmente un joven que enseguida chequea nuestra reserva y nos entrega la tarjeta que servirá de llave de la habitación. Recorremos un pasillo serpenteante que nos hace subir y bajar un par de escalones varias veces. A veces el suelo es de mármol y otras aparece recubierto por una gruesa moqueta granate.

Al final, a mano izquierda, tras una labrada puerta con molduras en la que hay que insertar la tarjeta accedemos a nuestra habitación. El espacio que se presenta resulta grande, generosísimo. Moqueta rojiza en el suelo. Limpia y gruesa. Paredes enteladas en tonos amarillentos con elegantes dibujos geométricos, con un alicatado en madera hasta media altura. Ranura para activar la luz con la tarjeta e interruptores varios. Pasillo ancho que nos dirige al dormitorio. Antes, a la derecha está el baño, sin puerta, con un enorme arco que da acceso al lavabo y al armario. Un poco más a la derecha, tras una puerta, el resto del baño (inodoro, bidet y ducha).

El dormitorio es grande. Gigante. Colosal. El aire es un poco recargado y con una elegancia quizá algo pasada. A la izquierda una mesa de escritorio, de corte antiguo, en madera rojiza, con algunos cajones y recubierta con un cristal. Junto a ella, una lámpara de metal con pantalla. Dos enchufes disponibles. Bajo la mesa una papelera y una silla también algo rococó a juego de la mesa tapizada en terciopelo azul, quizá algo baja para trabajar. A continuación de la mesa, y antes de la ventana, un armario de madera también rojiza con el minibar en su interior, y encima una pantalla plana de televisión. 

La pared del fondo está completamente ocupada por por las ventanas, con doble contraventana, algo antigua pero sumamente efectiva. Recubiertas por un visillo blanco y un foscurit en tono marrón verdoso. Todo ello cubre toda la pared, aunque por los extremos se cuela la luz de la mañana. Las vistas son a un amplio patio vecinal con mucha luz. Tanto la insonorización exterior como la interior del hotel resultan envidiables. Bajo la ventana hay una mesa de centro, rectangular, clásica, en metal y cristal. Sobre ella, un libro con información sobre los hoteles de la compañía. 

A la derecha de la entrada del dormitorio está el display del aire acondicionado. Una rueda para la temperatura y tres barras para seleccionar frío/calor, intensidad (sin opción automática) y el encendido y apagado. Funciona de forma sumamente silenciosa, aunque no conseguimos que saque aire todo lo caliente que hubiéramos deseado. Bajo el display, se presenta un generoso maletero de madera a lamas.

A la derecha, empotrada en una pared con un cabecero de madera de lado a lado se presenta la cama. Enorme, blanca, cubierta por un agradable nórdico con elegantes listas blancas. Cuatro almohadas de distinta dureza. A cada lado, sendas mesillas de madera, a juego con el resto del mobiliario rematadas en cristal. Sobre una de ellas el teléfono y el mando de la televisión. Ancladas al cabecero sendas lámparas metálicas de brazo extensible y tulipa en tono crudo. Varios interruptores a cada lado permiten jugar con la luz de la habitación para crear un espacio más acogedor. Bajo las mesillas, pero fácilmente accesibles, enchufes para los aparatos electrónicos. Por encima de la cama, cuelga de la pared un gran cuadro abstracto de motivos vegetales en tonos verdosos.

Frente al lavabo está el armario en un espacio amplio y luminoso revestido de mármol crudo en suelo y paredes. Dos puertas de madera como de contraventanas recogen un generoso armario con colgador largo, corto, cajones y una caja fuerte. Además allí se ofrece un lustrazapatos, la bolsa de la lavandería y una decena de perchas antirrobo. También hay una manta extra y una almohada en una balda situada en la parte superior. 

La zona de lavabo es amplia. Una pila clásica, ovalada de porcelana blanca aparece incrustada en una generosa encimera. Grifo monomando con presión y caudal correctos. Sobre la encimera, en una bandeja plástico se ofrecen dos botes de champú y gel de baño, dos pastillas de jabón y dos gorros de ducha. Anclados a la pared, un espejo de aumento y un secador de escasa potencia. De dos toalleros cuelgan sendas toallas de lavabo de buena calidad y tamaño. 

Un paso más adentro y tras una puerta hay otro gran espacio con el inodoro, el bidet, una papelera metálica de pedal y sobre ella un par de perchas. Además, una bañera protegida por una mampara de cristal. Dentro, una ducha rematada en un grifo de teléfono algo desgastado que ofrece una presión y un caudal simplemente correcto. La temperatura oscila un poco. El soporte que sostiene la mampara de lado a lado de la bañera puede resultar algo incómodo para los más altos. Dentro de la bañera, en un toallero algo caído se ofrecen dos descomunales toallas de baño, blancas con el logo del hotel en brillante dorado. Junto a ellas, una gran alfombrilla de ducha. 

Por la mañana en la recepción la despedida es cálida y agradable. Atentos al minibar, pero también a nuestras necesidades con el equipaje, de orientación...

Calidad/precio:
Servicio: 8.5
Ambiente: 8.5
Habitación: 8
Baño: 7.5
Estado de conservación: 8.5
Desayuno: 9
Valoración General: 8.5

miércoles, 30 de abril de 2025

NH CIUTAT DE REUS (REUS - TARRAGONA)



NH CIUTAT DE REUS (****)
Marià Fortuny 85
43203 Reus

Habitación: 515
Fecha de entrada: 9/04/2025
Tarifa: 115€ (AD)

En una de las rondas interiores de la ciudad, cerca de la feria y de un enorme centro comercial, nos recibe un edificio exento, de cinco alturas con fachada revestida en granito gris y ventanas alargadas. La planta baja, poderosa, sostenida con unas enormes pilastras que permiten el acceso al estrecho, pero necesario parking del establecimiento. Enormes ventanales de aluminio en tono marrón, tapados con suaves visillos de color arena ocultan en el lado derecho la zona de recepción y en el lado izquierdo el restaurante y zona de desayunos.

Media docena de escalones, o una rampa, dos puertas automáticas de cristal separadas por una gruesa alfombra con el logo del hotel, nos dejan en el espacio de recepción. Que recuerda a los NH de hace años. Suelo de mármol verdoso, paredes en madera brillante, butacas, sillas y sofás en terciopelo de colores pastel. Luces algo frías con focos redondos en el techo. Hacia la izquierda el ya apagado bar (llegamos al filo de la medianoche) que durante la mañana sirve el desayuno. Hacia la derecha, una zona con sofás, los ascensores y el mostrador de recepción, potente, con una repisa metálica para apoyar maletines o mochilas. Dos puestos de trabajo. La parte superior del mostrador, también es de mármol verdoso, con algunas pantallas con información de la cadena y unos aparatos para cobrar con tarjeta de crédito. En la parte trasera del mostrador, que se encuentra relativamente ordenado, hay un antiguo armario guarda llaves, de cuando las cerraduras tenían llave con llavero. 

Un simpático recepcionista de mediana edad nos recibe amablemente y de forma ágil realiza todos los trámites de registro. Además nos cambia alguna cosa de la reserva para que la estancia nos resulte algo más barata. Al final, nos ofrece pagar la estancia por adelantado para evitar esperas al día siguiente, y nos entrega un cartoncito con la tarjeta que hará de llave de la habitación donde además encontramos la sencilla clave del wifi que funciona con normalidad y eficacia en todo el hotel. 

Giramos hacia la derecha para dirigirnos a los ascensores. Dos, de puertas metálicas automáticas, e interior bien cuidado con un espejo al fondo. Varios carteles con información sobre los servicios del hotel. Las puertas se abren en un pequeño recibidor atravesado por un pasillo de paredes blancas, moqueta color vino, luces frías y puertas de madera brillante. 

Introducimos la tarjeta en la ranura del viejo pomo y entramos en la habitación. La moqueta deja paso a una madera grisácea muy limpia y cuidada. A la derecha el cajetín para la tarjeta que permite la iluminación del espacio. Los interruptores son de una serie clásica algo antigua de Bticino. Un pasillo iluminado con dos puntos de luz en el techo ofrece en el lado derecho la puerta de vidrio que da acceso al baño, y en el lado izquierdo un armario de dos cuerpos con una pequeña puerta corredera de espejo. En el interior hay un cuerpo con baldas y cajones, otro con una barra colgadora con media docena de perchas antirrobo, una caja fuerte metálica azul con código numérico, la bolsa de la lavandería, un calzador, y un lustrazapatos en una cajita de cartón personalizada con el logo de la cadena. Por encima de todo ello hay una balda de cristal en la que se ofrece una almohada y una manta complementaria. Al lado del armario, un maletero de patas metálicas tapizado en tonos marrones. A continuación entramos en el dormitorio.  

Espacioso, aunque con aire algo caduco. Paredes pintadas en vescom blanco con un cierto recuerdo a estuco. En el lado izquierdo hay un práctico galán de noche para dos trajes. A su lado un armario que contiene un minibar de puerta transparente relleno de snacks, aguas, cervezas y refrescos de precios elevados. Sobre él, una bandeja oscura con una cafetera Nespresso, dos tazas, varios juegos de café y te y una botella de agua mineral. Encima, anclada a la pared, una pequeña televisión de pantalla plana.

A continuación un escritorio de madera marrón oscura. Sobre él, una botella de agua de cortesía por ser cliente preferente de la cadena, con dos cajitas de bombones. Además una lámpara de pie metálico y tulipa en blanco, y una hoja con los servicios del hotel. Por debajo una papelera metálica y una silla de trabajo tapizada en piel blanca y patas metálicas con ruedas. 

La pared del fondo plantea, tras un visillo de lino y un cortinón de tonos rojizos, el acceso a una generosa terraza con vistas a la puerta principal. Un par de cómodas sillas y una mesa de exterior completan el agradable espacio. Ya en el interior, entre la terraza y la cama encontramos una mesa de centro de madera cuadrada y una incómoda butaca tapizada en tela de color marrón.

A la derecha del dormitorio queda la cama. Generosa para ser individual algo justa para ser doble. Colchón cómodo de buen calibre, vestida con un suave nórdico y cuatro almohadas de distinta dureza. Empotrada contra un cabecero de los antiguos de la cadena de madera clara en el que se incrustan dos lámparas metálicas con tulipa blanca. Sobre las mesillas, que no son más que una pequeña repisa de mármol verdoso, hay enchufes normales y de USB a disposición de los aparatos electrónicos. En una de ellas, además, hay un bloc de notas, un bolígrafo, el mando de la televisión y un moderno teléfono.

En la pared restante, que pide a gritos algo que la decore, encontramos el display del aire acondicionado. Es de los antiguos, con tres posiciones de potencia, encendido y apagado y una rueda para seleccionar la temperatura. Funciona de forma ruidosa y poco eficaz, aunque no resulta necesario en las fechas que visitamos el hotel. La insonorización exterior del hotel es formidable, aunque por las rajas de las cortinas entra la luz por la mañana. La interior es bastante mejorable y se oyen demasiado los ruidos del pasillo, las voces de las habitaciones contiguas y algunas alarmas de despertar al amanecer.

El baño también recuerda a los antiguos de la cadena. Gres porcelánico de color arena en paredes y suelo. Tamaño más bien ajustado. Tras la puerta, un inodoro normal en porcelana blanca, y en una de las perchas ancladas a la pared, se ofrece un albornoz con zapatillas de felpa. Junto al inodoro, un teléfono negro anclado a la pared. Frente a la puerta hay una encimera de mármol claro con un generoso lavabo de porcelana blanca y un grifo monomando. Sobre la encimera una bandeja de porcelana blanca con dos vasos de cristal, un cepillo de dientes y un gorro de ducha. Anclados a la pared derecha hay un dispensador de pañuelos de papel, un bote de jabón de y crema hidratante, un espejo de aumento y un secador de escasa potencia. Encima de la encimera, un espejo hasta el techo que ocupa todo el espacio. Sobre él, dos puntos de luz. Bajo el lavabo, un radiador, una papelera metálica con tapa y una banqueta blanca. 

En el lado izquierdo queda la bañera, incrustada en una anterior lo que la hacen demasiado elevada,  rematada en una buena ducha de teléfono con diversas posiciones de agua. Potencia, caudal y presión envidiables. En el toallero, algo desvencijado, cuelgan dos tallas de lavabo y dos toallas de baño, todas blancas con el logo del hotel, pero de calidad variada: algunas más mullidas y nuevas que otras. También dentro de la bañera hay tres botes de champú, gel y acondicionador.

Por la mañana en el tranquilo desayunador se sirve un completísimo buffet de desayuno en el que no falta de nada: fruta preparada, huevos, fiambres, quesos, diversos tipos de pan, sándwiches, yogures, bollería recién hecha, productos locales como fuet, frutos secos, zumos variados... Varias y distintas máquinas de café lo ofrecen con una calidad más que correcta. 

Después, en el mostrador de recepción, los tramites de salida son rápidos, simpáticos y cordiales. 

Calidad/precio: 8
Servicio: 8
Ambiente: 7.5
Habitación: 7
Baño: 8
Estado de conservación: 7.5
Desayuno: 8.5
Valoración general: 8

miércoles, 9 de abril de 2025

NH COLLECTION MÉXICO CITY T2 (CIUDAD DE MÉXICO)


NH COLLECTION MÉXICO CITY T2 (*****)
Carlos León González s/n
15620 Ciudad de México

Habitación: 2019
Fecha de entrada: 27/07/2024
Tarifa: 100$ (AD)

Convenientemente situado en la Terminal 2 del aeropuerto de la Ciudad de México, NH gestiona este descomunal hotel que recoge los estereotipos de un hotel aeroportuario. Dos pequeños ascensores, demasiado pequeños para las grandes maletas que pululan por los aeropuertos internacionales nos suben desde la terminal hasta el descomunal hall, con techos casi en el cielo. El entorno es bastante oscuro -también es cierto que llegamos casi de madrugada-, con paredes de madera, gruesa moqueta clara, que no aporta demasiada luz, varios sofás y butacas para el descanso, la espera y la tertulia. Un enorme cuadro mural cuelga de una de las paredes. 

Hacia la derecha, en un amplio espacio encontramos media docena de pequeños e individuales mostradores en bloques de madera oscura para los trámites de registro. Tres de ellos están atendidos. Una simpática joven nos recibe muy amable y gestiona el corto pero tedioso proceso de registro. Nos indica los servicios y horarios del hotel, nos entrega unos cartoncitos donde está la tarjeta que abre la habitación y nos indica la ubicación de los ascensores, además de darnos una simpática bienvenida. Volvemos hacia nuestros pasos a un pasillo curvo en el que encontramos el camino al enorme desayunador, en ese momento apagado. Tres ascensores metálicos, modernos y esta vez muy amplios nos dejan en un pasillo curvo, casi circular en el que se disponen a derecha e izquierda las puertas de las habitaciones. Luces indirectas, moqueta en el suelo color marrón claro. Paredes en vescom pastel, cartelitos de metacrilato retroiluminados con el número de las habitaciones al lado de las enormes puertas de madera clara. 

Acercamos la llave al lector y se abre la puerta. Pesada y grande, que cierra con fuerza tras nuestro paso. El espacio interior es gigantesco, amplísimo y moderno. También algo oscuro. Moderno. Suelo de cuidada madera clara. En un ancho pasillo encontramos a la izquierda la ranura para la tarjeta y algunos interruptores y, a continuación, la puerta de cristal del baño. En el lado derecho un generoso armario sin puertas, de dos cuerpos. En uno una barra colgadora con perchas normales. En el otro baldas y cajones. Caja fuerte, lustrazapatos, bolsa de la lavandería, tabla de planchar y plancha y algunos snacks y dulces a la venta.. 

Un paso más adelante entramos en el enorme espacio del dormitorio. A la derecha, bajo una descomunal pantalla plana de televisión, un minibar de puerta de cristal con buen surtido. Sobre él una bandeja con algunos detalles de bienvenida por ser fieles de la cadena: dos botellas de agua, y unos bombones. A su lado un gran escritorio bajo el que hay una silla de trabajo con ruedas y tapizada en piel y una papelera oscura. Sobre la mesa, un flexo de aire retro, una bandeja con una cafetera, un hervidor y varios juegos de café e infusiones, tazas y vasos. En la pared algunos enchufes para los aparatos electrónicos. 

A continuación encontramos, hasta la ventana que ocupa toda la pared del fondo, protegida por una cortina y un foscurit, con vistas a los tejados superiores de la terminal, una amplia zona, algo desangelada. En ella hay una puerta que comunica con la habitación contigua, y bajo la ventana un par de butacas tapizadas en tela color vino y una lámpara de pie con tulipa de color oscuro y patas metálicas negras. 

En el lado izquierdo de la habitación están las camas. Dos. Muy generosas para ser individuales y algo estrechas para ser dobles. Apoyadas sobre un cabecero mullido de tela clara rodeado de un marco de madera. Vestidas con un mullido edredón nórdico en blanco, dos almohadas y un plaid en tonos marrones claros a los pies. Ambas se apoyan sobre un pequeño cabecero de tela color teja. En el cabecero, sendas lámparas de lectura dirigibles. Y sendas mesillas. Las camas se presentan separadas, sin mesilla en el centro. Sobre las mesillas, interruptores para la luz y enchufes disponibles (también de USB). En una de ellas, además hay un teléfono. En la pared que queda encontramos el sencillo display del aire acondicionado (con encendido, apagado y una rueda para seleccionar potencia y temperatura) que funciona ruidosamente pero con eficacia. A su lado, una zona de cristal que comunica dejando pasar sólo la luz con el baño. 

La oscuridad está bastante bien conseguida y la insonorización exterior sorprende para bien. En cambio, la interior podría ser mejorable, ya que se escuchan algunas voces del pasillo, golpes en las puertas y los movimientos de las habitaciones contiguas. 

El baño resulta muy generoso de tamaño. Alicatado hasta el techo en gres porcelánico en color arena clara. Igual que el suelo. De frente una encimera de silestone, de lado a lado que acoge un pequeño lavabo de porcelana con una grifería anclada a la pared. Excesiva presión y buen caudal. Sobre la encimera, en una bandeja de porcelana hay dos vasos de cristal y dos toallas de mano. Anclados a la pared un secador de pelo de buena potencia, un espejo dirigible de aumento y dos botes de jabón de manos y crema hidratante. Por encima de la encimera y hasta el techo, además de una repisa de madera casi anaranjada con una caja de pañuelos de celulosa hay un genero espejo. Luces puntuales en el techo que iluminan el espacio de manera bastante adecuada. Por debajo de la encimera, en una repisa de madera dos enormes toallas de baño de generosa factura y calidad y una papelera metálica de pedal. En una percha ubicada a la derecha de la puerta hay un albornoz a nuestra disposición.  

En el lado izquierdo separados por puertas de cristal encontramos un espacio con el inodoro, de cisterna empotrada en la pared y buena luminosidad y una generosa y espectacular cabina de ducha. Una de sus paredes aparece recubierta de pequeñas piezas de porcelana. En ella están anclados los botes de champú, gel y acondicionador. Un enorme rociador de efecto lluvia ofrece un generoso caudal, presión (quizá incluso excesiva) y temperatura. El espacio está iluminado de forma cálida por una tira de luz led retranqueada en el techo. 

Por la mañana, desde muy temprano, en el gran desayunador decorado con grandes pantallas de televisión en silencio se sirve un generoso y completo desayuno buffet presentado en distintas estaciones: frutas preparadas, zumos, platillos de comida mexicana y también europea, dulces...  una zona de cocina en vivo y buen café de varios tipos. 

Calidad/precio: 8
Servicio: 8
Ambiente: 8
Habitación: 8
Baño: 8.5
Estado de conservación: 8.5
Desayuno: 8.5
Valoración general: 8.5

miércoles, 26 de marzo de 2025

HOTEL ARAVACA VILLAGE (MADRID)


HOTEL ARAVACA VILLAGE (****)
Camino de la Zarzuela 23 
28023 Madrid

Habitación: 124
Fecha de entrada: 18/09/2024
Tarifa: 135€ SA

Junto a la carretera de La Coruña, en una zona de urbanizaciones bajas, algunos otros hoteles, zonas ajardinadas y una parroquia. Antes de llegar al edificio rectangular, de cuatro alturas, en granito gris y negro con ventanas alargadas en el mismo color, debemos atravesar un un frondoso y bullicioso jardín artificial que acoge un concurrido restaurante y bar de copas. Una zona amplia jalonada con enormes maceteros nos conduce hasta un pequeño pórtico en el que se abren las puertas de cristal automáticas del hotel. Primero dos puertas con el logotipo del hotel en vinilo, luego una zona con una mullida alfombra y después otras dos puertas y ya estamos en la enorme recepción, que atraviesa el espacio para salir al otro lado del edificio donde hay otras puertas con la misma configuración.

La recepción resulta moderna, amplia y acogedora. Madera brillante, paredes en madera y vescom blanco. Si el edificio nos recuerda a un típico hotel de la cadena AC, el interior todavía más. Pero no lo es. Hacia la izquierda, unos sofás tapizados en piel de tonos grises y unas ligeras estanterías con algunos libros y jarrones. Hacia la derecha, el amplio pasillo que lleva a los ascensores y al comedor. Y allí al lado, el largo mostrador de recepción, en madera algo trabajada y con unas luces interiores que lo iluminan. Por encima varias lámparas que cuelgan desde el techo.

Hay tres puestos de trabajo, pero sólo uno esta atendido por una joven que realiza el engorroso y lento trámite de registro. Nos solicita el pago, y nos explica algunos servicios del hotel y el funcionamiento del wifi, que es gratuito y en algunos momentos se corta o viaja sumamente lento. Volvemos sobre nuestros pasos para dirigirnos a los ascensores. Tres. Grandes. De puertas metálicas automáticas y con el interior revestido en metal y metacrilato blanco. Botonadura metálica.

Las puertas se abren a un pasillo que corre a derecha e izquierda. Moqueta oscura en el suelo. Luces indirectas. Paredes en pintura blanca con bastantes desconchones a la altura de las puertas que cierran con mucha fuerza. Junto a la nuestra está el acceso al cuarto de limpieza, donde los golpes y manchas son mucho más abundantes y llamativos. También hay una zona en obras en el techo dejando visible un tramo de canalizaciones, tuberías e instalaciones. La puerta, de madera, dispone de un lector de tarjetas electrónico que abre la misma. 

En la parte interior de la puerta hay un espejo de cuerpo entero. Caemos en un pasillo algo estrecho en vescom claro casi blanco. Suelo de madera natural bastante cuidado. A la izquierda la puerta del baño, de cristal con un pomo metálico en forma de bola. Un poco más adelante el display del aire acondicionado con un botón de encendido y apagado, una rueda para seleccionar la temperatura y tres niveles de potencia. Funciona eficazmente pero también ruidosamente.

Un paso más adelante encontramos el dormitorio. Amplio, generoso. En el lado izquierdo dos camas individuales con un algodón y un cuadrante con el logo del hotel bordado en un tono verdoso, a juego con el canapé. Colchones de buen calibre vestidos con una simple sábana. Todo ello empotrado contra un cabecero de madera con una tira de luz led retranqueada que ofrece una agradable sensación al espacio. A cada lado, sendas mesillas de noche, que son simplemente una balda anclada a ese cabecero. En una de ellas no hay nada. En la otra, hay un teléfono de grandes teclas, un bolígrafo y un bloc de notas. Debajo de ella, de incómodo acceso, un enchufe para cargar los aparatos electrónicos y por encima interruptores para apagar las luces. Por encima, y anclados a la pared, dos flexos de ambiente retro en metal oscuro ofrecen una potente luz para la lectura desde la cama. 

En el lado derecho encontramos encontramos un armario largo de madera clara. El primer módulo es un maletero algo estrecho. A continuación un armario con puerta en cuyo interior encontramos el minibar con un buen surtido de bebidas y snacks a precios algo elevados. Justo encima, una generosa pantalla planta de televisión sobre lo que es un amplio escritorio con abundante zona de trabajo. Al final, anclado a la pared hay un flexo a juego con los de las mesillas. El problema es que hemos de desenchufar este para poder poder conectar nuestros aparatos electrónicos. Sobre el mismo se ofrecen dos botellas de agua de cortesía. Por encima, en la pared, un feo cuadro en blanco y negro. Por debajo, una papelera negra con bolsa de plástico y una butaca tapizada en tela azul y blanca con patas de madera.

La pared del fondo está ocupada por una ventana practicable de aluminio negro con vistas a un patio al que se abren varios edificios de oficinas. Está protegida por un estor que se baja con una cadenilla y por delante un visillo de tonos ocres. Junto a la ventana hay una butaca azul brillante y una lámpara de lectura. La insonorización exterior resulta correcta aunque también es cierto que no hay ruido alguno en ese patio.

En la pared que queda se aloja el armario con una zona de baldas en la que está la caja fuerte, la bolsa de la lavandería y un calzador, y en la otra zona una barra colgadora con seis perchas antirrobo. Puertas correderas de madera a juego con el cabecero e interior iluminado.

La sensación de la habitación es de amplitud y modernidad. También de espaciosidad porque no hay nada que sea superfluo. Aunque no se cuela demasiada luz por las ventanas, la insonorización interior es muy muy escasa, y se escucha todo lo que pasa en las habitaciones contiguas y en los pasillos a través de la puerta de entrada, por la que, además, se cuela la luz por sus juntas. 

El baño es lo que más recuerda a un AC. Suelos y paredes de mármol verdoso. A la izquierda una encimera blanca con el lavabo incrustado y con un grifo monomando del que sale escasa potencia y caudal. Anclados a la pared un bote de jabón de manos y de crema hidratante, un secador de pelo de poca potencia y un espejo de aumento. Sobre ella, en una bandeja de plástico con el logo del hotel, dos vasos de cristal. Delante, y casi hasta el techo, un buen espejo con dos puntos de luz sobre el mismo, que generan algunas sombras para verse en el mismo. Por debajo un colgador con dos toallas de mano, y una papelera metálica de pedal. 

A la derecha, el inodoro y el bidet, y de frente una generosa bañera protegida por una mampara móvil de cristal, rematada en un grifo de teléfono bastante normal. Dentro, un toallero con dos toallas de ducha blancas de buena calidad y tamaño, un pie de ducha, tres botes de champú, gel y acondicionador anclados a la pared. El caudal, la presión y la temperatura resulta impresionantes. En algunos momentos incluso excesiva lo que provoca que salpiquemos bastante agua durante la ducha. 

Por la mañana, la salida, con todo ya hecho, resulta bastante rápida e insulsa. Adiós.

Calidad/precio: 8
Servicio: 7
Ambiente: 7.5
Habitación: 7
Baño: 7
Estado de conservación: 7
Desayuno: 
Valoración general: 7.5

miércoles, 12 de marzo de 2025

ALOFT BRUSSELS SCHUMAN (BRUSELAS)


ALOFT BRUSSELS SCHUMAN (****)
Pl. Jean Rey 
1040 Bruselas (Bélgica)

Habitación: 601
Fecha de entrada: 03/03/2025
Tarifa: 205€ SA

A mitad de camino entre el Edificio Berlaymont y el Parlamento Europeo, en una tranquila y desangelada plaza encontramos, junto a edificios de oficinas y otros modernos edificios de apartamentos, este cubo, de granito gris, con un gran reloj en una de sus fachadas y las letras de Hotel, sobre un acristalado local de hostelería algo ruidoso. Aunque el establecimiento tiene dos puertas de entrada sólo una funciona, en una calle lateral. Dos puertas correderas automáticas de cristal se abren a un pequeño espacio alfombrado, y otras dos puertas igualmente correderas automáticas de cristal nos dejan en la enorme recepción. 

Techos altos, con las instalaciones a la vista, poca luz, música moderna algo alta. Hacia la derecha, con una cristalera abierta a la ciudad hay una mesa de billar, un futbolín, algunas butacas, unas taquillas para dejar el equipaje, una mesita con unas bolsas de lavanda para subir a la habitación y favorecer el descanso y los dos ascensores, de puertas metálicas automáticas pintadas de colores. Hacia la izquierda, un poco elevada, una zona donde durante la mañana se sirve el desayuno y el resto del día se venden bebidas y alimentos desde unas neveras. Hacia adelante, amplio y colorista una enorme zona que hace las veces de bar, zona de descanso y tertulia con sofás, maderas, columpios, una zona con juegos de mesa, una barra de bar iluminada, un par de televisiones de generoso tamaño y una chimenea encendida.

Junto al mostrador de recepción, con dos puestos de trabajo, ocupados, hay una vitrina con recuerdos a la venta y una mesita con chucherías (caramelos, gominolas) y agua a disposición de los viajeros. Tras una pantalla de ordenador nos atiende simpático un joven que rápidamente chequea nuestra reserva, nos ofrece a reservar el desayuno (cosa que rechazamos), nos explica los horarios y servicios del hotel (wifi incluido), nos da las gracias por nuestra lealtad a la cadena, diciéndonos que nos ha hecho un upgrade a una habitación mejor y nos entrega un cartoncito con la tarjeta de madera que hará de llave de la habitación.

Nos acercamos hasta los ascensores, que se accionan acercando la llave a un lector. Por dentro, grandes, metálicos, con la pared del fondo de espejo. enorme botonadura en un lateral. Una pantalla ofrece información sobre los servicios del hotel. Las puertas se abren a un pequeño recibidor con varios carteles en negro que indican la dirección de las habitaciones. Moqueta en tonos oscuros azul verdosos, paredes en azul cielo, techos algo bajos con luminarias de cristal con cenefas de colores que general bastante luz en el pasillo. A derecha e izquierda, junto a pequeños carteles negros se abren las habitaciones con poderosas puertas también en tono azulado con manivelas metálicas y un lector de tarjetas en negro.

Tras la puerta, un espacio de paredes en gris, suelo de gruesa moqueta en distintas tonalidades de gris. A la izquierda, una columna de interruptores, con la ranura para la tarjeta algo rota, lo que nos impide encender la luz adecuadamente. Encima, el display del aire acondicionado que, de sencillo manejo, funciona de forma silenciosa y eficaz. Allí mismo y hacia la izquierda está el armario y el baño. Un paso más adelante entramos en el generoso dormitorio. Una cama doble con un colchón de generoso calibre situado sobre un canapé de madera negra. Vestida con un mullido edredón nórdico, cuatro almohadas de distinta dureza y dos rulos de vivos colores se empotra contra un cabecero de madera con una lámina que dibuja un plano de la ciudad. En él dos apliques de metal negro con luz para el trabajo desde la cama. A cada lado sendas mesillas de madera, pequeñas, con interruptores y enchufes normales y de USB. Sobre una de las mesillas, el mando de la televisión. Sobre la otra, un altavoz bluetooth de aire retro al que se puede conectar la música de nuestro móvil. Sobre la cama se ofrece un mullido y nuevo albornoz con zapatillas de material natural.

La pared del fondo aparece ocupada por una larga mesa de madera oscura negra. Sobre ella un moderno teléfono inalámbrico. Bajo ella una silla de trabajo (giratoria y con ruedas) en piel verdosa, una papelera, un minibar vacío y dos enchufes disponibles. A la derecha de la mesa y anclado a la pared hay un flexo de aire retro con buena luz para trabajar. Por encima, una enorme pantalla plana de televisión y una estrecha y larga ventana con vistas a la calle que se puede cubrir con un foscurit y unas pesadas cortinas en tono azul. Al lado de la mesa hay un generoso maletero de madera negra, y a continuación una moderna butaca tapizada en amarillo con un cojín de vivos colores. Tras ella, una enorme ventana practicable de aluminio negro, también con vistas a la calle y también protegida por un foscurit y unas cortinas azules. 

En la pared de la izquierda hay un dibujo de formas geométricas y una lámpara redonda anclada a este, de luz indirecta que genera una cálida sensación. A su lado hay una pared de cristal opaco que comunica con la cabina ducha dejando entrar allí parte de la enorme luminosidad que entra por las ventanas. Detrás del cabecero, en un hueco que ofrece la madera se presenta una tabla de planchar y una plancha. 

El hotel resulta tranquilo, la insonorización interior es bastante adecuada igual que la exterior, aunque por la mañana el pesado ruido de la capital (tráfico, sirenas...) entra en la habitación. Aún así el descanso no es difícil. La sensación general del dormitorio es de comodidad y modernidad.

La zona del baño arranca con un gran armario de madera abierto, sin puertas. En un cuerpo una zona de baldas y un colgador apaisado con media docena de perchas normales, una caja fuerte, una cafetera de cápsulas, un hervidor de agua y varios juegos de café, te, azúcar, tazas y vasos. En otro cuerpo hay unas revistas sobre la ciudad, y una enorme bolsa de papel para la lavandería. 

Justo enfrente, a la izquierda de la puerta de entrada, una enorme encimera de mármol blanco con patas de metal acoge un exento lavabo de porcelana blanca con un poderoso y moderno grifo monomando del que sale un casi ridículo chorrito de agua. Sobre la encimera, igualmente se presenta una lata de agua mineral, una caja de plástico blanca con pañuelos de celulosa, dos toallas de manos, una pastilla de jabón en una jabonera de plástico blanco, un bote de crema hidratante y dos vasos de cristal. Anclado a la pared un secador de buena potencia. Por debajo, una papelera metálica de pedal y una toalla de lavabo colgando de un discreto toallero. Enfrente, un espejo hasta el techo, del que además cuelga un alargado aplique metálico que ofrece una potente luz. 

Tras una pesada puerta corredera, también de espejo, entramos en la zona 'de aguas'. Aquí el suelo cambia de la moqueta a un porcelánico en color gris. En primer lugar encontramos el inodoro, con cisterna empotrada y dos botones de descarga. Por encima de ella una repisa con un par de rollos de papel higiénico, un toallero con dos toallas y un pie de ducha y una percha metálica para colgar el albornoz que se nos ofrecía sobre la cama. Allí mismo, y protegido por una mampara de cristal con puerta encontramos la cabina de ducha. En su interior tres botes de champú anclados a la pared y una ducha rematada en un grifo de teléfono. La temperatura es descomunal (el agua caliente casi hierve) pero la presión y el caudal resultan desesperadamente escasos. Lástima. En el techo hay un extractor de aire que funciona con la luz ofreciendo un desagradable sonido. 

Por la mañana, en la recepción una joven nos atiende amablemente para realizar los trámites de pago, factura... Nos explica, además, el funcionamiento de unas consignas en las que podemos dejar el equipaje de forma segura el tiempo que necesitemos. 

Calidad/precio: 7
Servicio: 8
Ambiente: 8
Habitación: 8
Baño: 4
Estado de conservación: 8
Desayuno: 
Valoración general: 7.5

domingo, 23 de febrero de 2025

HOTEL AZZ VALENCIA CONGRESS (PATERNA - VALENCIA)


AZZ VALENCIA CONGRESS HOTEL & SPA(****)
Botiguers 49
46980 Paterna (Valencia)

Habitación: 401
Fecha de entrada: 28/01/2025
Tarifa: 

A las afueras de Valencia, rodeado de carreteras de circunvalación, junto a una rotonda, varios solares vacíos, una gasolinera y una agencia de alquiler de coches encontramos un edificio exento, rectangular, en cristal y acero oscuros, levantado sobre una contundente planta baja rodeada de jardines con piscina. Un enorme pórtico, majestuoso diríamos, permite a los coches acceder hasta la misma puerta del establecimiento. Todo el frontal de esa planta baja aparece en cristal. De arriba a abajo, llenando de luz natural toda la enorme recepción, la cafetería y el comedor.

Tras una mullida alfombra con algunas jardineras a ambos lados, una puerta corredera de cristal automática nos introduce en un espacio gigantesco, con el techo altísimo. A derecha e izquierda algunos sofás de piel para la tertulia o la espera. Hacia la izquierda el bullicioso restaurante, y de frente, al fondo el mostrador de recepción. Antes, algunas vitrinas de cristal ofrecen a la venta recuerdos turísticos, y una máquina de bebidas ofrece café e infusiones. Suelo de mármol negro, paredes en madera oscura y poca luz. 

También de madera, labrada, es el enorme mostrador, terminado en mármol negro sobre el que hay algunos carteles de información del hotel, y un marco con la clave del wifi, que es gratuito y veloz en todo el establecimiento. Un joven nos atiende de forma rápida y eficaz. Nos entrega un cartoncillo con la tarjeta que hará de llave de la habitación, nos explica los horarios del desayuno y nos aclara algunas cosas sobre los servicios del hotel. Giramos sobre nuestros pasos y encontramos los dos ascensores. Modernos, panorámicos, con media caja en metal, con la botonadura, y la otra media de cristal, muy sucio, con vistas al exterior del edificio. Dentro, un par de carteles informan de los horarios de restauración del establecimiento y de una oferta en el spa. 

Las puertas metálicas se abren a un gran hall, bastante oscuro. Una mesa con un centro de flores y algunos carteles que indican la dirección de las habitaciones. Suelo de moqueta oscura, paredes en madera, luces puntuales, algo escasas. 

La puerta de madera oscura se abre a un oscuro pasillo de cuidada madera marrón. Paredes en vescom gris verdoso. A la izquierda hay una ranura para la tarjeta, que activa la -otra vez- escasa iluminación de la habitación. A su lado, un maletero de madera, y a continuación un armario alto y estrecho, con un pomo metálico. En su interior dos almohadas, una manta y una pequeña barra colgadora. El techo, metálico practicable, cruje en cuanto encendemos el aire acondicionado, ya que sus conductos van pegados al interior del mismo. Junto al armario un pequeño baño que mantiene el suelo de madera y paredes en porcelánico blanco. Un inodoro, sobre el que hay un toallero metálico don dos toallas de ducha, un pequeño lavabo, alargado y estrecho, con una moderna grifería monomando incrustado en un armario de madera. A su lado, en la pared, un bote de jabón de manos y otro de loción corporal. Por encima, un espejo. Por debajo, una papelera de metal negro con pedal. Dos puntos de luz en el techo. A la derecha, detrás de la puerta, una cabina de ducha con un rociador de efecto lluvia y una alcachofa de teléfono. La presión, el caudal y la temperatura del agua son magníficas. Las juntas de la mampara de cristal están muy deterioradas por la humedad, circunstancia que se repite en el suelo, de madera, en la puerta y en el rodapiés. También las paredes negras del interior de la ducha dejan ver excesivos restos de humedad, y en el ambiente también flota un cierto aroma húmedo. Un bote de champú, uno de acondicionador y otro de gel se presentan anclados a la pared. 

Después de la puerta de ese pequeño baño hay un espejo de cuerpo entero con un fino marco de madera. Y un paso más adelante accedemos a un enorme, desangelado y oscuro salón. Dos puntos de luz son claramente insuficientes para el espacio que se remata al fondo por una enorme cristalera con una ventana practicable con amplias vistas al exterior del hotel, aquí a la puerta principal y allá viendo casi el aeropuerto. Protegida por un destartalado foscurit y un visillo en color crudo. En la pared derecha una pequeña televisión plana, un feo cuadro, una planta artificial sobre una mesita y una butaca de piel blanca y cuerpo metálico. En la pared de la izquierda hay un sofá cama tapizado en tela color crudo, con un cojín, junto a una mesa baja cuadrada de madera y una enorme puerta corredera que nos introduce en el dormitorio. En la pared restante de ese salón se presenta un larguísimo escritorio, generoso, pero sin apenas luz. Sobre él una cafetera Nespresso, una caja con varios servicios de café e infusiones, un par de folletos informativos del hotel, un enchufe y una lámpara de metal con tulipa en tela negra. Por debajo una butaca de trabajo en metal y piel blanca, una papelera con una bolsa de plástico negra y un minibar con dos botellas de agua mineral de cortesía. Encima de la lámpara está el display del aire acondicionado. Funciona de forma sencilla y ruidosa pero muy efectiva con el modo automático que le hace detenerse cuando se ha alcanzado la temperatura adecuada. Sin embargo, por la mañana, en los baños, faltos de climatización, se nota un poco de frío.

Tras la puerta corredera accedemos al dormitorio en si. Buen tamaño. A la derecha un armario bajo algo desvencijado con un par de cajones. Sobre él un feo jarrón con unas plantas decorativas artificiales y una pequeña televisión de pantalla plana colgada de la pared. Al fondo, otra pared igualmente acristalada con las mismas vistas del salón protegida por un foscurit algo menos destartalado y un visillo crudo. Bajo la ventana una butaca de piel blanca y metal y una mesa redonda de centro.

De frente se ubica la cama. Amplia, pero algo corta para los que somos de tamaño xxl. Cuatro almohadas de distinta dureza y tamaño. Un cómodo colchón de buen calibre descansa sobre un escaso canapé en negro. Una funda nórdica suave ayuda al descanso. Sobre la cama, además hay dos toallas una de baño y otra de lavabo. A cada lado sendas mesillas con cajones en madera, a juego con el cabecero sobre el que se apoya todo el conjunto. Sobre las mesillas enchufes disponibles y sendas lámparas metálicas con tulipa de tela de color negro. En una de las pesillas un teléfono. En la otra, el mando a distancia de la televisión.

En el lado izquierdo del dormitorio está el armario, de puertas correderas de metal y cristal opaco. Dentro, media docena de perchas antirrobo colgando de una barra. Casi en el suelo una pequeña cajonera, una caja fuerte y la bolsa de la lavandería.

El descanso es sencillo porque el hotel resulta tranquilo y la insonorización excelente. Tanto la exterior, como la interior (aunque también es cierto que el espacio de la habitación hace que estemos muy lejos de la puerta). El foscurit no termina de detener toda la luz exterior en la mañana.

Al lado del armario, con una puerta de madera que no cierra encontramos un enorme baño, muy deteriorado por la humedad. De frente, y tras un pasillo, está el lavabo de porcelana blanca, estrecho y ancho, con un moderno grifo monomando y una escasa encimera en la que hay dos vasos de cristal sobre sendas servilletas de papel negras. Incrustado en un armario de madera con varias puertas. Dos puntos de luz se ubican sobre esa zona. A la derecha, un secador de pelo, un bote de jabón y crema hidratante y un toallero con una toalla de lavabo, blanca de buena factura, como toda la lencería que se ofrece. A la izquierda, y protegido por una puerta de cristal que no llega hasta el techo y que golpea abajo con el rodapié al cerrar, encontramos un espacio con el inodoro y el bidet con tapa. Ambos en porcelana blanca y situados muy juntos. En la pared, un par de portarrollos.

Frente a esa puerta encontramos una enorme bañera sin mampara ni cortina, en porcelana blanca, rodeada de paredes en pizarra negra, muy deterioradas por la humedad, igual que los rodapiés y las juntas del suelo. Un grifo de teléfono anclado a media altura (sin enganche en la parte superior) y un casi caído toallero de fino metal. Presión, caudal y temperatura excepcionales, pero resulta complicado ducharse sin llenar de agua todo el espacio. Gel y champú en dos botes anclados en la pared. Una toalla de baño y un pie de ducha en una zona algo remetida en la que los daños causados por la humedad son todavía más visibles.

Por la mañana, en un amplio comedor con vistas a un patio interior se ofrece el desayuno buffet. Dos amplias zonas presentan todos los productos: zumos, platos calientes (huevos, salchichas, bacon...), fiambres, quesos y jamón, distintos tipos de pan, fruta cortada, tomate rallado, cereales, mantequillas y mermeladas, algo de bollería de floja factura y una máquina de café que podría ser mejorable.

Después, en la recepción un trámite simpático y rápido con una empleada para decir que nos vamos.

Calidad/precio: 
Servicio: 8
Ambiente: 7
Habitación: 8
Baño: 7
Estado de conservación: 5
Desayuno: 7.5
Valoración general: 7.5